Por qué usted debería creer en ella – Intro – ¡Sí, usted debería creer en la Trinidad!

 ¡Sí, Usted Debería Creer en la Trinidad! conexion Ver la Tabla de contenido de ¡SÍ, USTED DEBERÍA CREER EN LA TRINIDAD! Una respuesta, página por página, al folleto de la Sociedad Watchtower

 INTRODUCCIÓN: POR QUÉ USTED DEBERÍA CREER EN ELLA

Se ha dicho con frecuencia que toda herejía teológica comienza con un concepto erróneo de la naturaleza de Dios. Por lo tanto, es de suma importancia que tengamos un entendimiento claro y preciso de la naturaleza de Dios y de la identidad de Jesucristo, pues las Escrituras declaran:

“¿CREE usted en la Trinidad? En la cristianismo, la mayoría de la gente cree en ella. Después de todo, por siglos ha sido la doctrina central de las iglesias… ¿Por qué deberíamos considerar con más que interés pasajero un asunto como este? Porque Jesús mismo dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo”. Esas palabras muestran que todo nuestro futuro gira en torno de que sepamos cuál es la verdadera naturaleza de Dios, y eso significa llegar a las raíces de la controversia sobre la Trinidad.”—¿Debería creer usted en la Trinidad?, 1989, p. 3

 

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.” —2 Corintios 11:3-4

“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”—1 Corintios 3:11

“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.”—Juan 8:24

En Juan 8:24, Jesús proclama cuán serio es no creer que Él es quien dice ser. Él afirma: “…porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” Así, Jesús está literalmente proclamando que Él es el “YO SOY” de Éxodo 3:14: “Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” Esto es significativo cuando consideramos el hecho de que las Escrituras también declaran que debemos invocar el nombre de Jesús para poder “borrar” nuestros pecados:

“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre…. a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.”—Hechos 22:16; 1 Corintios 1:2.

¿Qué significa “invocar el nombre de Jehová” (Romanos 10:13, TNM)? Todo testigo de Jehová daría testimonio de que cuando las Escrituras afirman que debemos invocar el nombre de Jehová, estamos dirigiendo nuestras oraciones directamente a Jehová Dios. Del mismo modo, si alguien dijera que está “invocando al diablo,” estaría proclamando que está orando a Satanás. Por lo tanto, cuando las Escrituras afirman que debemos “invocar el nombre de nuestro Señor Jesucristo” para que nuestros pecados sean perdonados, literalmente nos está obligando a dirigir nuestras oraciones directamente a Jesús, para pedirle que sea nuestro Señor y Salvador (Romanos 10:9).

Lo que lleva a una persona a tener una verdadera relación con Cristo, no es tan sólo “tomar conocimiento” acerca del Padre y de Jesús. En Juan 17:3 se afirma, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” El Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo de Vine denota que la palabra griega que se traduce como “conocer” (ginwskw—ginosko) en este pasaje, “indica frecuentemente una relación entre la persona que ‘conoce’ y el objeto conocido; en este aspecto, lo que es ‘conocido’ es de valor e importancia para aquel que conoce, y de allí el establecimiento de una relación…. tal conocimiento se obtiene no por una mera actividad intelectual, sino por la operación del Espíritu Santo como consecuencia de haber recibido a Cristo.”1. Esto se ilustra con la siguiente historia verídica:

Un día en 1860, una gran multitud se reunió para observar al famoso equilibrista Blondin cruzar las Cataratas del Niágara. Era un trayecto de poco más de 300 metros, casi 50 metros por encima de las rugientes aguas. La multitud seguía cada movimiento con suspenso. Paso a paso avanzó hacia delante. La gente en la orilla reaccionaba nerviosamente ante cada movimiento repentino de la vara de equilibrio. Pero sus temores y dudas fueron innecesarios; el gran Blondin no sólo cruzó las cataratas a salvo, sino que regresó del mismo modo—para alivio y admiración de la gente.

Volviéndose al público, él hizo luego una oferta sensacional. Cruzaría nuevamente las cataratas, pero esta vez ¡con alguien sobre su espalda! ¿Quién deseaba ir? Nadie se precipitó a aceptar la oferta. Escogiendo a alguien al azar, Blondin le preguntó, “¿Crees que soy capaz de llevarte cargando hasta el otro lado?” “Sí, señor,” respondió el hombre sin dudarlo. “Bueno, entonces, vamos,” urgió Blondin.  “¡Jamás!”—contestó él, desapareciendo entre la multitud.

Y prosiguió así. Uno tras otro expresó gran confianza en el equilibrista, pero ninguno consentía en dejarse llevar hasta el otro lado. Finalmente un joven caminó hacia al frente de la multitud. Blondin repitió su pregunta: “¿Crees que puedo llevarte al otro lado sano y salvo?” “Sí, lo creo.” “¿Estás dispuesto a permitírmelo?” “De hecho, sí lo estoy.”

El joven se subió en la espalda del experto. Blondin se subió a la cuerda, hizo una breve pausa y luego cruzó las cataratas sin dificultad. Había muchos en la multitud que creían que Blondin podía hacerlo. Pero sólo hubo uno que estuvo dispuesto a confiar que lo hiciera.

Una cosa es creer una serie de hechos con respecto a una persona; otra cosa muy diferente es poner tu confianza en tal persona. Por ejemplo, hay muchos que creen en los hechos básicos acerca del Señor Jesucristo: Que es el eterno Hijo de Dios, vivió una vida perfecta, sin pecado, pagó el precio no sólo por el pecado Adánico, sino por todos nuestros pecados personales (1 Pedro 2:24), resucitó y regresó al cielo. Muchos creen que Jesús nos ofrece el “regalo gratuito” de la vida eterna (Romanos 6:23), y que nos ofrece su perfección a cambio de todos nuestros pecados personales (Colosenses 3:3), aún así, nunca se han dirigido directamente a Jesús para pedirle Su justicia (Hechos 22:16).  Muchos creen que Jesús puede salvarlos, pero no permiten que lo haga. Toda persona necesita estar dispuesta a “subirse a la espalda de Jesús” para permitirle a Él que le lleve, por sobre el abismo del pecado, a la presencia del Padre, vestido únicamente con la justicia de Cristo.

“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás… Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.” —Zacarías 3:1-4

El creer en determinados hechos acerca del Padre y de Jesús, asistir regularmente a las reuniones y servir en el campo misionero2., no hace que una persona tenga una relación adecuada con Jehová Dios, así como el permanecer en una cochera no hace de una persona un automóvil.

Para que una persona pueda tener una relación adecuada con Cristo, debe primeramente reconocer que está bajo una doble condenación a muerte, no sólo por el pecado adánico, sino también por todos sus pecados personales, y que no hay nada que pueda hacer para merecer la aprobación de Jehová Dios (Efesios 2:8-9), pues “todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia.” ante los ojos de Jehová (Isaías 64:6). Entonces, tal persona debe transferir su confianza a Cristo.

Así como el hombre que cruzó la cuerda sobre Blondin tuvo que depositar todo su peso sobre la espalda de este y dejar que él le llevara hasta el otro lado, así también nosotros debemos poner toda nuestra confianza únicamente en Cristo. Si el hombre que cruzó la cuerda sobre la espalda de Blondin hubiera insistido en “hacer su parte,” caminando tras Blondin en lugar de permitir que Blondin le cargara, seguramente hubiese caído.

Del mismo modo, debemos confiar únicamente en Cristo o “[caeremos] de la gracia” (Gálatas 5:4), porque “todos ofendemos muchas veces” (Santiago 3:2). “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.” (Romanos 3:23) Únicamente las personas que se han dirigido directamente a Jesús para pedirle que les imparta su justicia a cambio de sus pecados (Hebreos 10:10, 14) son aquellos que han transferido su confianza completa a Él y, como resultado, han llegado a tener una relación personal con Cristo. Es mi oración que, al leer este libro, no tan sólo crezcas en tu conocimiento de Dios, sino que tu relación con Cristo se profundice como resultado de un mayor entendimiento de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

Este libro ha sido escrito para proporcionar una respuesta bíblica detallada y bien documentada a los argumentos en contra de la Trinidad que la Sociedad Watchtower ha publicado en su folleto “¿Debería creer usted en la Trinidad?” Mientras que los capítulos de este libro corresponden con las secciones más importantes del folleto de la Sociedad, lo que viene a continuación es un análisis, página por página, de las afirmaciones de la Sociedad, junto con la documentación de apoyo, la cual demuestra la engañosa y mala representación de la Sociedad con respecto a muchos hechos referentes a la doctrina de la Trinidad.

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1. Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, 1999, Editorial Caribe, una división de Thomas Nelson, p. 190
2. “Servicio del campo” es el término de la Watchtower para referirse al ir puerta a puerta.

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