BERYL – Fue abusada por su padre adoptivo, un anciano de los testigos de Jehová, y abandonó la religión para encontrar paz en Cristo.
Siendo una sobreviviente de abuso físico, espiritual y emocional estando en los testigos de Jehová, Beryl pasó una gran porción de su vida preguntándole a Jehová, “¿Por qué sucedió esto? ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera?” Ella se siente muy bendecida de poder estar aquí frente a ustedes y poder proclamar que ella es un testimonio vivo de que las experiencias de vida más horribles, crueles y devastadoras pueden convertirse, y se convertirán, en algo bueno si tan sólo le damos la oportunidad a Jehová. Lea la Historia de la salida de Beryl de los testigos de Jehová.
Vaya…¿cómo resumes una vida en 3 páginas? Sería un desafío para cualquiera, pero para una mujer poco concisa como yo… ¡el doble! Y entonces pensé en el Autor de la historia de mi vida y me di cuenta que no es un desafío para Él escribir un testimonio de tres páginas.
Verán que para mí, incluso siendo una testigo de Jehová, siempre tuve una confianza completa y total en el poder y la fidelidad de Jehová. Cuando me enamoré de Él a la tierna edad de siete, se convirtió en mi mundo y yo no podía hacer o darle lo suficiente de mí misma y de mi vida. No tan sólo amaba la organización, lo amaba a Él. También fui criada con la idea de que, aún siendo parte de la Watchtower, Bible and Tract Society (Los testigos de Jehová), la vida se trataba de servir a Jehová, no complacer al hombre, incluso en la organización. Para mí, lo más importante no era el interés en el Paraíso u algún otro beneficio que pudiera reclamar. Durante los 32 años que estuve en la organización, no sé cuántos testigos de Jehová me vieron como si hubiera perdido la razón cuando expresaba fervientemente el siguiente pensamiento:
“Si Jehová nos dijera que solo comiéramos espinacas en cada comida todos los días de nuestras vidas y nos dijera que durmiéramos en un piso duro todas las noches y luego nos dijera que cuando muramos, no existía nada más. En otras palabras, lo único que tenemos es esta vida en este momento. Ningún paraíso. Ninguna esperanza de recibir algún tipo de recompensa por servirle. ¡ÉL AÚN SEGURIRÍA MERECIENDO TODO LO QUE PUDIÉRAMOS DARLE! El merece TODO lo que tenemos porque Él es ¡TAN INCREIBLE! ¡Él es tan MARAVILLOSO!”
Ese era mi corazón, y mi testimonio parece ser diferente de muchos que he escuchado. Yo había oído a ex testigos de Jehová hablar acerca de ir al servicio de campo porque tenían que hacerlo para poder ingresar al paraíso. Detestaban dar charlas, pero lo hacían porque eso se esperaba de ellos. Yo no me identifico para nada con ese tipo de pensamiento.
Yo amaba absolutamente todos los aspectos de ser una testigo, o mejor dicho, todos los aspectos de servir a Jehová. Me encantaba que se burlaran de mí en la escuela porque sabía que era por mi fe en Él. No me molestaba no celebrar los días festivos, porque sentía que cada sacrificio que hacía por Él era un hermoso regalo envuelto que podía entregarle para demostrarle cuánto le amaba. Me encantaba salir a servir, y todos los aspectos del servicio. Testificar en los negocios, testificar en las calles, de puerta en puerta… todo me encantaba. Amaba dar charlas. En cada congregación donde yo formaba parte, el Supervisor de la Escuela Teocrática del Ministerio aprendió rápidamente que si se cancelaba alguna charla a última hora, Beryl estaría muy dispuesta a darla improvisadamente y sin dudarlo en lo absoluto.
Esto comenzó cuando yo tenía entre 8 ó 9 años de edad. No había nada en este mundo que yo amaba más que hablar acerca de Jehová… NO de la organización, sino de Jehová. (Acabo de usar mucho la palabra “amor,” pero no hay una mejor palabra para describir mi corazón.) Entonces, teniendo tal deseo de vivir para Él, no es de extrañarse que fui bautizada a la más que temprana edad de 12. De inmediato comencé a realizar la labor de Precursora Temporal cada mes sin falta aún cuando estaba en la escuela y lo hice hasta que me gradué de la preparatoria y me convertí en una Precursora Regular. Después de realizar un viaje a Betel cuando tenía 12, sabía que la meta de mi vida era servir en Betel y comencé a trabajar seriamente para alcanzar esta meta.
Ahora creo, como muchos otros, que fue tal pasión honesta y sincera por Jehová la que el Dios verdadero vió y determinó preservar para sí mismo. Sin embargo, siempre existen dos caras de una moneda y pienso que fue ese mismo amor profundo que tuve por Jehová y mi deseo tan intenso por darle todo a Él, lo que también me convirtió en un objetivo del enemigo. Y ¡vaya! ¡Éste ha hecho todo lo posible por destruir mi amor por Dios! Fue entonces después de 7 años como una testigo, sirviendo de tiempo completo en el ministerio junto con mi madre y padrastro, que todo cambió en mi mundo.
A los 14 años de edad, el mismo hombre que me adoctrinó en el servicio a Jehová, aquel que enseñaba y vivía el significado de “¿Qué haría Jesús?” comenzó a abusar sexualmente de mí, siendo él un siervo ministerial y precursor regular. Junto con eso también empezó el abuso verbal, emocional y, algunas veces, físico. También comenzó a llevarme a ver películas de calificación restringida no aptas para menores de 17 sin la autorización de mi mamá.
Escuchábamos música rock cuando estábamos solos a pesar de que los últimos 7 años habían sido llenos de música fácil de escuchar y “Canciones del Reino.” Él cambió completamente de todo lo que yo sabía y creía, y puso mi corazón y mundo de cabeza. Hubo incluso dos ocasiones cuando, inmediatamente después de abusar de mí, comencé a llorar con vergüenza y él oró a Jehová conmigo. Oró diciendo que “NOSOTROS ya no continuaríamos haciendo esto,” lo cual, por supuesto, insinuaba que mi culpabilidad era comparable a la suya.
Cuando estaba a punto de graduarme de la preparatoria, le revelé a mi madre todo lo que había estado sucediendo en los últimos 3 años. Afortunadamente, ella respondió perfectamente a la situación. Llamó a los ancianos, pero en resumidas cuentas, ambos fuimos amonestados en privado, reforzando mi pensamiento de que yo tenía tanta responsabilidad como Chuck.
Regresé a mi labor de precursora tan pronto como me lo permitieron y no tenía motivos para pensar que podría tener algún daño permanente por todo lo que había sucedido. Después de todo, era el año 1982 y no había mucha información acerca de los efectos del abuso, incluso en el “mundo,” y mucho menos en la organización. Así que, desde los 17 años hasta los 20, cuando me casé con mi novio de la infancia, viví un ciclo de tratar de servir a Jehová del mismo modo en que lo había hecho antes, pero encontrándome envuelta con bastante frecuencia en una conducta disoluta con el sexo opuesto.
Yo no sabía que me sucedía. Sabía que amaba a Jehová tanto como siempre lo había hecho, pero mis acciones no respaldaban mis palabras. La respuesta que obtuve de los ancianos era que yo necesitaba casarme, de modo que tanto ellos como yo nos regocijamos mucho cuando finalmente me casé. Yo “sabía” que todos mis conflictos y luchas habían desaparecido y regresaría a enfocarme a servir a Jehová nuevamente. ¡Vaya! ¡Si que estaba equivocada!
Los siguientes 17 años de mi vida fueron llenos de luchas y aflicciones graves y finalmente desesperadas en contra del círculo vicioso que llegó a ser mi vida. Fui excomulgada, me divorcié de mi novio de la niñez y elegí a un hombre abusivo con quien casarme por segunda vez. En dos ocasiones diferentes intenté seriamente quitarme la vida y atravesé por muchas, muchas otras cosas humillantes y destructivas antes de acercarme al Señor.
Fue la pura desesperación causada por los anhelos espirituales insatisfechos de mi corazón, la que me llevó a atravesar la puerta de una iglesia por primera vez. Verán, no importaba qué sucedía en mi vida que debió haber endurecido mi corazón, o hecho menguar mi deseo por glorificar a Dios…nada afectó mi pasión por Él.
Mientras estuvimos excomulgados, mi primer esposo y yo trajimos 4 personas a un culto Conmemorativo. Los ancianos vinieron a conversar con las visitas y uno se rió y dijo, “¡Beryl, sólo tú…estando excomulgada… traerías más gente a un culto Conmemorativo que cualquier otro que no lo ha sido!” Sé que la mano del Dios VERDADERO preservó mi corazón de manera sobrenatural y milagrosa.
Fue aquel corazón preservado el cual nunca dejó de desear una relación íntima con Él. Nunca dejé de desear complacerle y glorificarle con mi vida. Aborrecí cada vez que volví al mundo por causa de otro intento fallido de ser reincorporada a la Organización. Finalmente, después de mi segundo intento de suicidio, sabía que tenía que hacer algo diferente y no estaba obteniendo de la organización la ayuda que necesitaba tan desesperadamente.
En varias ocasiones les dije a los ancianos que era como si tuviese 2 brazos y 2 piernas fracturadas, y necesitaba cuidados en el “hospital” y que ellos me estaban diciendo que me sanara y ENTONCES podría obtener la ayuda que necesitaba. ¡Nunca pudieron responder a esto porque era cierto!
Entonces fui a la iglesia. Pasé los siguientes 8 mese luchando en contra de las voces en mi cabeza que me decían cuán desleal estaba siendo con Jehová (no tanto con la organización) sino con Jehová. ¡Ah, y la Trinidad! ¡Dios mío! Vaya, esto hacía que se retorcieran mis entrañas y mi corazón, y que mi mente estallara. Pero nuestro Señor es tan pero tan fiel y me sacó adelante, y después de 8 meses de trastornos emocionales y espirituales, un 3 de abril del 2003 fui capaz de invitar a Jesucristo a entrar a mi corazón como mi Señor, DIOS y Salvador.
Los casi 8 años que han transcurrido desde aquel día, ¡han sido colmados de maravillas y milagros! Él continúa a diario su obra de sanidad en mi corazón, y el lanzamiento de mi libro este mes es realmente una victoria. Se supone que este será un trampolín para el ministerio de mujeres al que Él me ha llamado, el cual, apropiadamente le puse el nombre “Las pequeñitas de papá.”
Él desea que yo hable públicamente a mujeres y comparta mi historia de esperanza a través de obstáculos que parecieran ser imposibles. ¡Pero así es Dios! Él es el Dios de lo imposible, y entre más imposible, mejor para Él. Creo que a Él le encantan las historias de las vidas de las personas que muestran de manera tan simple y evidente que la única manera que pudieron sobrevivir fue por su mano.
En mi libro titulado He Showed Me Why (Él me mostró por qué), documento mis luchas y fracasos. Soy extremadamente transparente acerca de todas las maneras en que mi ser, mente, corazón y confianza en Dios fueron devastados por todo lo que tuve que pasar. Aún cuando no es fácil de leer, es una historia llena de pruebas del VERDADERO amor de Dios por mí y su mano sobre mí a través de situaciones y conductas disfuncionales y destructivas en mi vida.
Romanos 8:28 dice, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Siendo yo una persona que ha pasado una gran porción de su vida preguntando, “¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera? ¿Por qué sucedió esto?”, me siento tan bendecida de poder estar aquí delante de ustedes para decir que soy un testimonio vivo de que las experiencias de vida más horribles, crueles y devastadoras pueden volverse para bien y así será si tan sólo le damos a Jehová la oportunidad.
Esta es mi historia. Si ustedes han sido bendecidos leyendo esta versión MUY condensada de mi historia, creo que lo serán mucho más con la versión completa, que se encuentra en mi libro. Este está disponible en inglés en amazon.com Sería un honor para mí que caminaran conmigo a través del milagro que ha sido mi vida.
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